Posteado por: vilares | 9 junio 2010

Menos por menos es igual a Fisher


Cuando llega el mes de junio, Derek Fisher huele a anillo. Siempre, siempre, siempre que los Lakers estén en la pomada, el 2 de oro y púrpura tiene alguna actuación para guardar en la memoria y, por encima de todas las cosas, para acercar a su equipo al campeonato. Normalmente, estos partidos de Fisher son signos que indican lo que está por venir: otro anillo más para los lacustres. Este año queda todavía mucha tela que cortar, pero, por ahora, el presidente de la asociación de jugadores le ha arrebatado el factor cancha a los Boston Celtics.

Como era de esperar, los Celtics salieron con la inercia del domingo y empezaron atropellando a los Lakers: Rondo dirigía a toda velocidad para que Garnett resucitase ante las atónitas caderas de Pau Gasol. 12-5 de inicio, con el Garden en carne viva. En los diez minutos siguientes, la tortilla se volteó y tomó forma un espectacular 32-8 favorable a Los Angeles Lakers. Simplemente, los angelinos arrasaron a los locales durante ese periodo, encontrando con facilidad las ventajas interiores y dejando a Boston huérfanos de los contraataques, de Paul Pierce y de Ray Allen. Sólo Garnett, que, por fin, estuvo imperial durante todo el choque, mantuvo a su equipo en el partido.

Los Lakers fueron administrando de forma cómoda ventajas en torno a la decena de puntos hasta el final del tercer cuarto, mientras el partido mantenía sus constantes vitales. En ese momento apareció el banquillo de Boston, de la mano de Tony Allen y Glenn Davis, y recortaron diferencias. Es curioso que fueran dos de los jugadores más limitados de la rotación habitual de Boston, cada uno en un aspecto diferente, los que le dieran oxígeno al ataque. Además Tony Allen estuvo inspirado en la defensa en el uno para uno ante Kobe Bryant, por más que Bryant estuviera en uno de esos días en los que no necesita a un defensor audaz para atascarse.

Tampoco lo necesitaban Gasol, Ray Allen, Pierce o incluso Rondo. Que no se me malinterprete: todos han sufrido grandes defensas, las más duras contra las que pueda jugar un profesional en estos días. Pero aún así, el nivel de acierto técnico ha sido extremadamente bajo. Entre Bryant y Gasol han anotado 15 de los 40 tiros que han intentado; entre Pierce y Allen, 5 de 25. El recordman en el segundo partido ha sido, de hecho, el rey de los desacertados hoy: ninguno de los trece tiros que Ray Allen ha intentado esta noche en el Garden han encontrado red. Eran casi todos buenos tiros, que el escolta céltico suele anotar con facilidad.

Entre todo ese desacierto apareció el capitán de los Lakers y sus nueve puntos en el cuarto definitivo. También se mostró Lamar Odom, que castigó a Glenn Davis y los puntos débiles de la defensa Celtic, en su primer buen partido de la serie. Los campeones vigentes vuelven a tomar la delantera. El partido ha sido definido como crucial casi de forma unánime. No voy a decir que no sea una victoria importante, pero Boston se reengancharía a la serie completamente de ganar el cuarto encuentro. Y entonces el quinto partido determinaría si los Lakers tendrían dos oportunidades para ganar el campeonato en casa o si tendrían dos match-balls en contra a salvar como locales. Los Lakers mantienen intacta la condición de favoritos, pero, al contrario que el año pasado, parece que queda mucho baloncesto por jugar.


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